Esta serie amplió los límites de lo que se consideraba admisible en televisión, puesto que no pretende solo entretener a los televidentes sino denunciar problemáticas y excesos que surgen al interior de las cárceles de Estados Unidos, mostrándonos con crudeza y realismo, los asesinatos, violaciones, distribución y consumo de drogas, lenguaje soez, racismo, fanatismo, maltrato y violencia en general, sin dejar a un lado la ley del más fuerte que es lo que prima al interior de Ciudad Esmeralda.
“Desde la perspectiva de Oz, nadie se puede rehabilitar y reeducar porque el sistema penitenciario se encuentra lleno de corrupción. Asimismo, tampoco hay extremos: todo personaje naturalmente "bueno" comete sus pequeños o grandes crímenes, y todo personaje que provoca caos y problemas normalmente tiene su momento de retracción o piedad”.
También se ponen en juego consideraciones de orden ético y religioso cuando se aplica la pena de muerte, teniendo en cuenta que en muchos países y estados esta ley se abolió de sus constituciones al considerar el derecho a la vida como algo incuestionable.
OZ tiene muchas implicaciones a nivel social ya que pone en debate situaciones que algunos casos son ajenas a la realidad cercana de los televidentes, así mismo los invita por medio de su narrador y actor (Prisionero August Hill) a hacer un análisis, a reflexionar, formarse sus propios criterios, tomar posturas criticas frente a las diferencias culturales respetando y tolerando todas sus implicaciones, a sensibilizarse y a no ser indiferentes ante esta realidad.
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